Huele a verano

Se acaba el verano y con él las vacaciones. Sí, ya sé que todavía nos quedan un montón de días, pero es que he ido al supermercado y ya estaban con la campaña de la vuelta al cole. A mí estas cosas de la publicidad me afectan en demasía.

Por ello, no quiero que pasen estos días sin hablar de algo que me encanta del verano, y es ese olor a playa, a crema solar, o sea, el olor a diversión y a ocio que, en realidad, no es más que la mezcla de productos típicamente veraniegos y los míos tienen un aroma muy especial. Este año me he viciado (porque no tiene otro nombre) a la crema para después del sol al aceite de Monoï de Polysianes, de los laboratorios Klorane, nutre e hidrata la piel, tan castigada por el sol, y dura varias horas. He llegado a usarla para los labios y es para todo el cuerpo, incluso la cara, es increíble lo bien que va.

No soy muy partidaria de los aceites bronceadores, pero tuve la oportunidad de probar el de Nuxe y no tiene rival, aunque el precio pica un poco. Como alternativa, a principio de verano usé el aceite Monoï de Tahiti de Yves Rocher, ya que me vino una muestra en un pedido y, a pesar de no ser lo mismo, la diferencia de 15 euros convence bastante a fin de mes (y creo que además ahora está de oferta, pero que conste que no saco nada por la promoción, que lo hago por vuestro bolsillo).

Finalmente, mi favorito, aunque no el más barato, porque cada tarro cuesta unos 40 euros, pero es una maravilla. Un peeling fantástico, suave y que tiene un aroma maravilloso, me deja la piel como nueva: se trata de un tratamiento exfoliante de Thalgo, con sal marina y azúcar semi refinado. De todos modos, toda la gama de esta marca es una maravilla. Lo descubrí gracias a un tratamiento con algas que me regalaron.