viernes, 16 de enero de 2015

La silla de mis sueños

Cuando hicimos el traslado a la casa nueva (ya hace más de un año, ni me lo creo, con todo el sarao que montamos) tenía dos cosas claras: sofá y silla para el escritorio, porque la mesa me la regaló Chico hace años, todo un hallazgo en un anticuario. 


De lo primero se encargó mi padre, que siempre conoce a alguien que conoce a otro, vamos, que si fuera por él viviríamos de trueque, y ya me parece bien, pero no siempre es posible ser un hippie empedernido. Me gusta combinar mueble antiguo y moderno, así que usé mis poderes en Internet para encontrar el mejor precio, elegancia y la comodidad que necesita mi espalda. Es un sitio especializado en sillas de oficina, fácil de recordar: Ofisillas (os dejo el enlace porque merece la pena).



Pues bien, nos gustó tanto que ahora que Chico se ha cargado la suya (no encuentro otro verbo más adecuado, porque le ha dado a la pobre un tute que ni os cuento, que ganas tengo de tirársela) y se ha acostumbrado a usar la mía, no hemos tenido ninguna duda (que es acolchadita y todo). Si es que yo me quedaría dormida en ella, porque además se reclina... en resumen, la suya estará nuevecita y creo que le voy a pegar el cambiazo y de paso la pido en un color distinto, por aquello de que no las confundamos.

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