Esta mañana hemos decidido que era un día demasiado maravilloso como para quedarse en casa, así que, aprovechando este precioso entorno en el que vivo, hemos salido del pueblo y nos hemos acercado a un pequeño camino que hay para ir al lago de Engolasters.
Este lago es uno de los pocos embalses de agua que hay en Andorra y merece la pena visitarlo, sobre todo en primavera.
El camino de Pardines es bastante ancho, la gente suele hacerlo en bicicleta o a pie, pero esta mañana, bien tempranito era totalmente para nosotros. No os podéis imaginar la sensación, todas esas montañas, ante mí los picos de Casamanya y Estanyó, la inmensidad de la naturaleza y yo, con mi chandal corto, preparada para hacer algo de ejercicio matutino (qué blanquitas tengo las piernas, qué vergüenza).
Durante el paseo, en el lateral del camino, hay una pequeña exposición de plantas, una especie de jardín botánico en miniatura y bancos para sentarse a admirar las vistas. Pero el premio gordo es llegar al lago, desierto, y tomarnos un refresco en la terracita, tomando el sol. Ya tenía ganas de buen tiempo para hacer alguna salida de este tipo, aunque el calor parece que viene con fuerzas.