jueves, 31 de diciembre de 2009

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Historias del sapo y la bruja

Érase la historia de un sapo verde como la luna. Una de las típicas historias en las que las brujas siempre son buenas. Cuentos para niños, si no fuera porque uno quisiera subirle las faldas a la bruja.
Lo adivinaste: yo no soy la bruja, fundamentalmente por una cuestión de alopecia, no por interés, que anda que no hubiera yo prestado atención en clase de escoba o en sopas variadas (en el fondo, seguro que lo tienen todo liofilizado y era nada más cuestión de echarlo al caldero con un huesito de pollo).
Érase pues el sapo verde que se supo frágil como la escarcha, y siempre a medio construir. De vez en cuando, saltaba, como los tontos, como las brujas cuando pillan baches o turbulencias (tú y yo sabemos que también cuando se les escapa un aire, pero claro eso resulta poco políticamente irrepochable). Saltaba para saber que debajo de sus patitas verdes estaba la tierra (o el agua, en los meses de verano), pero también para subirse a la escoba de la bruja.
A estas alturas ya me conoces. Sabes que el sapo y la bruja seguramente deben de ser familia. Cosas de la genealogía. Aunque a veces el sapo se hinche a cebolla y a la bruja (la bruja buena, siempre buena) le entren unas ganas locas de llorar. Aunque la bruja a veces sea un poquito menos buena y el sapo se hinche a cebolla para llorar por dentro.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Este año me ha servido para reconstruirme, para aprender a quererme. Empecé el año desesperada, triste y hundida, pero ahora sé que todo puede ir mejor, sobre todo si creo en mí.
Te quiero, no puedo evitarlo, aunque lo haya intentado muchísimas veces, a pesar de que hayas hecho todo lo posible para que te odie (y lo sabes bien). Sigo a tu lado porque hemos llegado a un punto en el que somos familia, tal como has dicho, y ya sabemos que a la familia se le permite casi todo y más, y se la sigue queriendo. No sé si eso es bueno o malo, pero es así.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Zenkiu

Chica, ya me conoces desde hace una eternidad, acabamos juntos la carrera, compartimos cama (en sus dos vertientes temporales, de pasado y presente, aunque en este último caso el sexo sea gracias a tu cabeza casto), nos querremos siempre (al menos por mi parte, y de la tuya, si hasta ahora no me has echado al canal ya no lo harás nunca, porque seamos claro no puedo caer más bajo) y que sí questoy borrachito y decepcionado del amor, pero que te quiero, que gracias por todo lo que me has dado hasta aquí, que es lo único que no cambiaría por nada del mundo, de verdad.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Primero de todo, querría dar la bienvenida a nuestra seguidora, me ha hecho mucha ilusión ver que alguien lee esta especie de disputa que mantengo con chico.
En segundo lugar, votadnos, porfi, queremos unos votitos para estar posteados durante una año!!! Esto ha quedado algo patético, y qué, los patetismos a veces funcionan.

jueves, 17 de diciembre de 2009

El año del León

En realidad, yo tampoco recuerdo muy bien qué ha pasado a lo largo de estos últimos meses. Y no porque me importe poco qué sucede a mi alrededor, sino porque tengo la sensación de que vivimos en la rueda de un hámster y todos los días oímos las mismas noticias, nos entristecen las mismas cosas y nos alegran -a veces, cuando estamos atentos- las mismas tonterías.
Lo que no olvidaré nunca de este 2009 es que fue el año en que dejamos de ser pareja y nos convertimos en amigos, por más imposible que hubiera podido parecerme. Vale, es verdad, yo nunca fui perfecto y los dos somos un poquito pesados, que todo esto viene a ser un poco como tener pareja pero sin sexo, pero me siento más querido que nunca, por más que en mañanas heladas como ésta abuse de tu cariño y te gruña como un pitufo estúpido.
En realidad, si he aprendido algo durante estos trescientos días y pico es que no quisiera perderte por nada del mundo, que a estas alturas ya eres mi familia, que sí, que vendrás luego y querrás cambiarme todas las frases -cosa que entiendo perfectamente, claro, que siempre he sido un poco ñoño, ya lo sabes-, pero que no conozco a nadie mejor con quien compartir las alegrías y torpezas de esta vida que nos espera, que quiero verte feliz y caminar juntos, cada uno nuestro propio camino, pero al alcance de los dedos.
Ya se acaba este año, y en unos pocos días empezará uno nuevo, y tengo muchos deseos para los Reyes Magos, pero el principal es que seamos capaces de seguir ayudándonos el uno al otro para conseguir que esta vida sea todo lo maravillosa que los dos nos merecemos.


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jueves, 10 de diciembre de 2009

Esloultimo

Ayer fui a esta tienda de Barcelona, no sé si la conoces, tienes que pedir hora para visitarla, te prometen artículos a la última moda y que los tendrás a tu alcance. A ver, evidentemente, cuando fui, pensé, seguro que hay alguna cosilla más baratilla, pero nada del otro mundo.
Pues ni eso, era una especie de mini súper en el que no había más de 30 productos (de los que puedes coger 5) y sus precios en el mercado deben de rondar los 2 euros como máximo.
Cuando entras en la tienda te encuentras con una dependienta poco agradable que te pide todos tus datos, si no se los quieres darlos todos te contesta que tú misma (bueno, igual viene un tío estilo Rambo y me amenaza, pero no me pasó nada). Además, tienes que pagar 5 euros, que será el importe de tus 5 objetos.
Cogí un zumo de frutas, pasta congelada de una marca desconocida, chocolate para hacer en el microondas, caldo de pollo y algodones desmaquillantes. Nada que no encuentre en cualquier supermercado y podría elegir qué quiero, porque allí nadie me obliga a pagar primero y, es más, tienen más variedad.
Salí muy decepcionada. En la salida, a la hora de pasar los productos por caja, para darlos de baja, supongo, otra chica, nada simpática, nos atendió (por poner un verbo, que a esta le queda mejor desatender, pero qué le vamos a hacer, hasta ahí no me había hecho nada). Esta chica, que desprendía un profundo odio por su trabajo, fue víctima de una pregunta: ¿cómo puedo dar de baja mis datos, los cuatro que he dado? Su respuesta fue muy clara y concisa: no lo sé. Yo, ahí, me puse a reír, pensé que era una broma, insistí un poco, pidiéndole que lo preguntara, me contestó que esperara un momento, se dio la vuelta y se puso a consultar en una página web que accesorio le quedaría mejor si se lo comprara. Me quedé con la boca abierta, sorprendida, esperando que el gurú de la moda la inspirara y encontrara una respuesta. No fue así.
Dirigí mi mirada a lo que parecía una encargada y me preguntó qué me pasaba. Le hice la misma pregunta que a la otra (¿ha sonado despectivo? es que lo pretendía) y me contestó que no había problema, me facilitó tres alternativas sobre cómo hacerlo. Creo que se tarda menos haciendo tu trabajo que jodiendo al prójimo, pero ei, es una opinión, cada uno a lo suyo.
Antes de irme le comenté a la encargada que esa chica me había tratado muy mal (cosa que ya sabía) y que pensaba que igual deberían hacer algo (no me refería a matarla, aunque la imagen me ha rondado por la cabeza, sólo un toquecito de jefe advirtiéndole de que eso era un trabajo, y que su trabajo consistía en atender cortesmente a la gente). La encargada me contestó que ya lo sabía, y puso cara de: y qué le puedo hacer. Pues nada, hija, tú trabaja más que la otra seguirá cobrando, es que igual era la hija del jefe, y el jefe lleva muy mal sus negocios.
Bueno, en resumen, que la tienda me pareció un timo en toda regla. No os recomiendo la experiencia, casi mejor ir al súper y os compráis lo que os apetezca, sin presiones.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Tuenti mínuts

Como ves, vine a buscarte
en el frío vaho de este otoño gélido y cruel.
Vine contento
de saberte en pie de guerra
con esa paz tan dulce entre los labios,
de beber tu presencia
que me hace verdaderamente cierto,
de entregarte la pulpa
de unas pocas palabras sin aliento
para que nunca olvides
hasta dónde me importas.
Vine a gritar que te quiero,
a enredar mis raíces en tus brazos,
a coser mis cicatrices
con tus ramas y
beberme tu savia de sabia esencia.
Vine a sellar este pacto de sangre
en el agua ferviente de un poema,
para que nunca dudes
de dónde tienes tu familia.
Vine a decirte al oído
que aunque duerma como un tronco,
en mi corteza se ha grabado
tu nombre para siempre
y que te guardo infinitas primaveras
en mis hojas nuevas
para abrigar tus otoños.

jueves, 29 de octubre de 2009

lunes, 12 de octubre de 2009

No puedo salvarte, pero sí escucharte

Siempre estaré ahí cuando me necesites, sé que a veces parece que se hunda el mundo, pero no es cierto, sólo tienes que acordarte de sonreír y todo irá mucho mejor. Siento ser tan cabezota y no saber controlarme cuando me enfado.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Vale

Es cierto, soy un vago. Para algunas cosas, soy un vago. Ya sabes que mi vida es una cuenta atrás en dos relojes, este de ahora y el que he ido parando a lo largo del tiempo como un imbécil. Y a veces necesito hacer el vago.
Pero bueno, eso no es excusa, porque hay cosas que son importantes y en las que no sirve hacer el vago, por más que al fin y al cabo te lo acaben perdonando todo. Y sólo se me ocurre una cosa, algo para lo que no sirva esa excusa: tú.
Yo sé que nadie en este mundo me habrá querido nunca tanto como tú, no soy imbécil, en el fondo, por más que a veces me empeñe en parecerlo.
Sé que aunque finjas haber desaprendido a leer, has visto mis manos, y que sabes que no tengo futuro, que se borra en mis palmas como las cicatrices del barro seco cuando llueve y deja de ser lo que era hasta ese instante. Y que aun así me quieres. Tú sabes que yo también te quiero. Que aunque haya habido ratos en los que hubiera deseado no haberte conocido (y sí, sabes que te lo he dicho en esos ratos), no soy capaz de concebir mi vida sin ti, sin que hayas formado parte de mi vida.
Yo no sé pensar, cada vez estoy más seguro de ello. Es por eso que siempre me equivoco, una y otra vez, en las mismas cosas a menudo, aunque a veces me dé cuenta de cuál es mi fallo. Tal vez sea vago (fíjate, es una de las cosas que compartimos, porque estoy seguro que no me lo has contagiado, tontona, que no pienso pero sé, a veces sé). Tal vez quiera vivir la vida como un animal, quizá sea ése mi defecto (o uno de ellos, al menos).
En fin, que esto no es un espejo. Sólo te escribía para darte las gracias. Porque también sabes que lo que se perderá en el abismo no es la dedicatoria que te hice, sino el libro en sí, y que al menos, sí, es verdad, me queda el consuelo de haberte escrito a los ojos de todos que te he querido con toda mi alma, sí, que te quiero, es verdad, y que eres la persona más cascarrabias que me he encontrado nunca, pero la persona más cierta y más real y más persona que conoceré nunca.
Ya sabes que me encanta regalarte apelativos, cariñosos casi todos. Guárdalos siempre en un tarrito. Es de las pocas cosas bonitas que habré hecho nunca. Vale, sí. Piensa qué patético el tío. Pero ya sabes que soy un hombre atípico, que no soy gay (eso lo sabes apreciar bien, parece ser, hmmm!) pero no me importa sentir a rabiar todas las cosas, y eso es el patetismo, ¿no?, una exageración de los sentimientos, pero es que yo soy así, a veces, cuando no vagueo, este sentir exagerado y sí, es verdad, irracional casi siempre.
No importa cuánto duran las cosas, ni siquiera cómo acaban (por eso me gustaba igualmente enredarme contigo en las sábanas una y otra vez, aunque no entendieras que era el transcurso lo que siempre me ha importado, nada más), sólo importa eso, el transcurso, el viaje, y la verdad es que si tuviera que elegir compañero de viaje en una nueva vida, te elegiría, no sé en calidad de qué, quizá de todo, tan sincero como este último tiempo (otra vez, perdón por el tiempo que no lo fui), pero sí, querría que estuvieras ahí, aunque haya tantas cosas de tí (toma acento) que deteste, para qué engañarnos, o no, no las detesto, tan sólo me molestan, o tal vez me hieren esta tonta sensibilidad gilipollas (que si fuera gay, pues aún tendría su qué, pero así como así, vaya chorrada, ¿no?).
Ya ves, no te escribo o te escribo cien líneas, no tengo términos medios. ¿Quién soy? Pues soy esto. Y tú lo sabes mejor que nadie. Acuérdate siempre de mí, morcito.
Te quiero

martes, 8 de septiembre de 2009

Lo siento

Lo siento.
De verdad.
¿Me entiendes ahora?
Qué fácil es estar tan cerca de la locura...
Te quiero.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Quédatelo tú

Esto toca a su fin.
Hace unas semanas decidí que no quería volver a verte, que sólo nos hacíamos daño el uno al otro, y te lo dije. Durante unos días no me dijiste nada, eras feliz, no te importaba porque en ese momento yo era totalmente secundaria, y sufrí en soledad lo que muchos llaman el duelo.
Después de esos días de éxtasis te diste cuenta de que yo existía, y entonces volviste a preocuparte por mí. Hoy te lo he comentado y me has dado la razón, me has dicho que hay veces en que uno debe quererse más a uno mismo (literal), pues bien, ha llegado el momento de empezar a quererme un poco, ¿no?
Te he estado observando, no hay nada en ti que siga amando; sólo algunas veces, como el dia de hoy, vuelves a ser ese amigo que tanto recuerdo y que desaparece tras una amargura constante. Te atreves a decirme que sólo te aporto negatividad, que olvide el pasado. El pasado es lo que sostiene una amistad, ¿lo entiendes?
Creo que tengo tanto dolor dentro de mí que es imposible mirarte a los ojos y no sentir algo de rencor. Intento contenerme, no abusar del sarcasmo, pero es mi única defensa para no hundirme, para no odiaros, así que no puedo evitarlo, ¿no crees? sería malsano.
Lo siento, tengo que empezar a quererme.
Contrariamente a lo que crees no te deseo mal alguno, ni a ella, es sólo que no puedo mirarte a los ojos y seguir disculpándote, ni soportando tu melancolía, tus días malos, tus ataques de ira. Me siento anulada.

domingo, 30 de agosto de 2009

Disc Drop

Soy R3PO

Tiene su qué eso de suplantar identidades. Lástima que algunas (supremas, como la tuya, y borra de tus labios cualquier atisbo de ironía que no utilicé...) sean difíciles de suplantar. Hacerlo es afearse a uno mismo (una misma, mismamente).

Pues sí. Te diría que ya que tomó tu nombre, se lo prestes de aquí en adelante. Pero sólo para su blog, eh. Si quiere algún comentario, que se lo cocine solita. Cualquier sherlok de tres al cuarto sabría distinguir entre las palabras de alguien antes y después (es decir, entre el real y el suplantante).

Y hablando de suplantes (que no de implantes, que tampoco me vendrían nada mal), te confesaré que llevo unas semanillas con R3PO bastante enfadado pobre, porque ha descubierto que intento suplantar su identidad (peor, su cuerpo, aightn). ¿Sabes qué pasa? Que tiene que ser un gustazo ese fresquito de la piel de un robot, y sobre todo esa inteligencia suprema para conocer el entresijo de cables que configuran su interioridad y esa habilidad para desconectar el que funciona incorrectamente. ¿Y qué decir de ese juego de botones y lucecitas? Que seguiré intentándolo, a ver si encuentro el stand by.

BEsitTos.

viernes, 28 de agosto de 2009

Cambiar de canal

¿Te diste cuenta de que estamos en el Google?

Existimos. O eso creo. ¿Te parece que sí?

Bueno. Yo creo que sí. He pasado un momentito a darle de comer a los peces y he leído tu nota (valeeeee, la he releído, que soy igual de angustias que tú y miro compulsivamente las mismas cosas cada veinte minutos).

Siento el dolor. De verdad.

¿Quélevamosahacer si no existe un botoncito para desenchufar y cambiarnos de canal tan fácilmente?

jueves, 27 de agosto de 2009

Coherencias

Escribía Borges en uno de sus poemas (pobrecito mío era un monstruo de la literatura pero un poeta ligeramente limitadillo) que si volviera a nacer sería más tonto y cometería más errores y andaría descalzo por la vida sin paraguas ni paracaídas.

Nos hemos equivocado juntos infinitas veces, y aun así, ha sido bonito compartir contigo tantas cagadas, tanto empeño en caminar juntos a pesar de mis estupideces, tantos enfados (sí, también eso), con sus momentos tiernos y sus ratitos cotidianos. Equivoquémonos otra vez, a menudo, en otro plano, es cierto, pero por puro placer (y conste que no hablaba de exo))).

El otro día escuchaba a dos amigas que conversaban en un bar. Una le explicaba a la otra que sólo había podido ser amiga de uno de sus exes. Que sólo con Periquito (llamémosle así porque ya sabes que la memoria no es mi fuerte) seguía manteniendo contacto. Creo que decían que habían vuelto a ser amigos. Que haberlo sido una vez era lo que les permitía seguir tendiendo puentes.

Tú y yo fuimos buenos amigos. Que me odias, lo sé. Que me hubieras partido el paraguas en mi cabecita reluciente, pues también lo sé. Que te escribí poco, lo sé. Mucho menos de lo que merecías, no creas que no soy consciente. Déjame remediarlo.

¿Es coherencia? Sí. Sin duda. Además, a unas malas, siempre puedes darle al botoncito rojo (a ese de "Suprimir el blog") si te cansas, o dejar de escribir si no te vengo en gana.

Eso opino. Dixit.

¿Títulos?

Por cierto, bonita, pon títulos porque si no parece que quiera robarte protagonismo, y es verdad que uno al final acaba siendo un poco egocéntrico (cosas de la edad -o de los genes-), pero haré un esfuerzo por revisarme cada noche en el diccionario antes de dormir el significado del verbo compartir.
Prometido. Pero pon títulos, porfi.

¿Términos del acuerdo?

Querida amiga.

Ya que decidimos este acuerdo, te propongo:

1. No airear los trapos sucios (por el bien de los niños, claro, los que nos lean y, sobre todo, nosotros mismos).

2. Acordarnos de vez en cuando de limpiar los espejos para decirnos algo bonito (va, finge un rato, con lo bien que se te dio siempre... ajum! ¿o era a mí?).

3. Ser naturales con los amigos (no pelearnos delante de ellos, sino a su lado, que participen si les viene a gusto -entrometidos sinvergüenza-, que la vida viene a ser un juego, al fin y al cabo).

4. No hacer faltas de ortografía salvo en circunstancias especiales (déjame decirte que las circunstancias especiales las decide cada cual, unilateralmente, como debe ser, cada uno desde su singularidad, pero eso sí, SIEMPRE conscientemente, porfaplís).

5. Terminar los acuerdos en cuatro frases (aunque eso sí, con todas las palabras que hicieren falta, siempre que el tiempo lo permita -si llueve, ya se sabe que viene a resultar más permisivo-).

Así que eso. Es mi propuesta. ¿Te hace?

Un besito.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Ya lo sabía yo

Que sí. Que yo ya lo sabía. Ni pa ti ni pa mí. Llegamos a un acuerdo... y mira tú por dónde quién llegó primero... y plantó sus cajitas en el salón! La señorita abejita reina.
Que sí. Que vale. Que te tengo un cariño. Que ya me dirás tú cómo llevamos lo de compartir un rinconcito... Luego no me digas que no echo los calzoncillos al cubo de la ropa sucia. Que a veces las punterías ya se sabe... y claro, de alguna manera sigo a este lado de la cama.
Que sí. Que me alegro. Que algo bueno saldrá de todo esto (digo yo, con tu permiso). Que tuviste buena idea. Si no puede ser para ti, ni puede ser para mí (a ver quién le dice a mister güindocs qué cachito de ciberspace le tocaba a cada uno), pues a compartir. Eso sí: que no me entere yo que te dejas la taza del wáter levantada (aunque sea virtual).
Hoy descubrí que no le tengo miedo a las abejas. Me dan más respeto los taxis, con sus lucecitas y esos señores dentro que no se callan nunca y tienen habilidades especiales para localizar las fotos más horteras y las emisoras de radio más cañeras (tienes razón, no me extraña que alguien decidiera que fuéramos sobre aviso). Es más, que me gusta compartir este cachito contigo, abejaruca (creo que tienes razón: es de lo más bonito que te dije nunca, menudo rimbombante).

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