Aguas termales

Este año no me puedo quejar, estaba segura de que no iba a hacer ni un sólo día de vacaciones y que no podría relajarme, pero cuánto me equivocaba. Hace unas semanas me comunicaron que había ganado un concurso, un fin de semana en el Hotel Termas Pallares (Alhama de Aragón).

Por supuesto, además de sorprendida, no conocía el hotel con anterioridad, aunque la palabra termas se metió en mi cerebro, y mi acto reflejo fue sonreír.

El sitio es un paraíso natural, el agua del lago termal siempre está a una temperatura constante de 28 grados, y el entorno es precioso.

El hotel está recién restaurado, así que mantiene una estética entre vintage y moderna, muy al estilo de los Baden-Baden. Fue construido en 1863 y ha reabierto sus puertas durante este año.

Una de las actividades recomendables es visitar la antigua galería de baños, reformada como espacio lúdico termal.

De todos modos, si alguien está pensando en reservar ya mismo, tengo que decir que una estancia de dos días o tres es suficiente, esperaba que nos ofrecieran actividades de aventura o rutas en bicicleta, qué sé yo, pero no tienen nada preparado y el servicio deja mucho que desear, hay largas colas en recepción y te sientes algo desatendido, supongo que confían que con el hermoso paraje tienen suficiente, y no es así.

Como somos gente de recursos, hicimos una visitita al centro de información y turismo, allí nos recomendaron visitar Jaraba, con sus hoces (impresionantes) en las que vimos muchos buitres leonados, una preciosidad.

Lo mejor del fin de semana fue la visita al Monasterio de Piedra o, mejor dicho, al parque natural que lo rodea: el agua ha ido moldeando la roca y crea espacios de ensueño, con cascadas, grutas e idílicos lagos.